El reconocimiento externo y su origen en la infancia.
Durante nuestros primeros años de vida, anhelamos ser vistos y reconocidos por quienes nos rodean. El amor, la atención y la validación son fundamentales para nuestro desarrollo emocional.
No recibir el suficiente reconocimiento en la infancia puede provocar que busquemos ansiosamente obtenerlo en nuestra vida adulta, buscando la validación en nuestros logros, la aprobación y la comparación constante con los demás.
Abrir conciencia sobre ese hecho es abrir el paso a pasar definitivamente de la infancia a la adultez.
Es decirse a uno mismo, al niño interno: «yo soy el adulto que te va a ayudar, proteger y guiar. Nada te falta, tienes todo el potencial, todo lo necesario para desarrollarte plenamente, completamente. No necesitas a nadie. Ya estás completo. Solamente comparte, vive y ama aquello que ya eres».
Es un proceso de autodescubrimiento, de aprender a valorarnos por quienes somos. Reconocer y valorar al adulto y al niño en nosotros.
Recuerda, el reconocimiento externo puede ser gratificante, pero el verdadero crecimiento y la paz interior provienen del reconocimiento y amor hacia uno mismo.
Si necesitas ayuda en este proceso de conocimiento interno aquí estoy para acompañarte y guiarte.
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