Las emociones que sentimos mientras cantamos también vienen influenciadas por nuestra técnica vocal y la calidad de nuestra interpretación. La técnica vocal y la emoción no son dos cosas separadas, sino que trabajan juntas para producir una interpretación personal. Cuando hay una desconexión entre la emoción, la mente y el cuerpo, el canto puede sentirse forzado y poco natural.

La técnica vocal es una herramienta al servicio de la emoción, no la podemos colocar como el aspecto más importante en la formación del cantante. Como explicaba en el artículo ¿La técnica vocal?, en la enseñanza clásica del canto en los conservatorios y ciertos profesores particulares, ha imperado la técnica como el aspecto más relevante a la hora de cantar y no se ha dado la misma importancia a las emociones, tanto del texto como del propio cantante. No se han dado cuenta que el propio cantante está transmitiendo su alma al resto del mundo. Ha habido una auténtica desconexión, lo que ha provocado en muchos estudiantes frustración e impotencia.

Se puede ser un gran intérprete sin tener una gran voz porque llegas a tu audiencia, o, al contrario, tener una gran potencia de voz y no llegar al alma del público. Dependiendo del estilo musical, la técnica vocal es una herramienta esencial para poder transmitir correctamente nuestras emociones. Una buena técnica nos permite controlar el timbre, la entonación, la respiración y la proyección de la voz, lo que nos permite crear matices y variaciones que enriquecen nuestra interpretación.

Dedicar tiempo y esfuerzo a aprender las técnicas vocales adecuadas a tu voz para expresarse de manera personal, resulta necesario. Es parte de la formación del canto, pero no es lo único ni lo más importante a la hora de interpretar una obra. Su importancia viene compartida con una expresión adecuada de tus emociones en relación con las emociones del texto, de la intención musical del compositor. Todos estos elementos forman un conjunto, un gran puzle que conforma la canción o el aria de ópera.