Carta dirigida al solista corista
Esta carta va dirigida a aquellos cantantes líricos que tras no poder ejercer una vida profesional como solista, han decidido elegir la opción de cantar en un coro. O para aquellos que están pensando en hacerlo.
Estimado/a corista,
Soy consciente de la situación que supone para ti el no haber podido desarrollar tus expectativas en el campo donde tú hubieras deseado. Sé que múltiples factores habrán motivado este giro en tu profesión. Y seguramente te encuentres bastante frustrado por no haber alcanzado tus metas.
Hay metas que muchas veces están condicionadas por nuestro entorno más que por nuestras verdaderas necesidades. La necesidad de cumplir con expectativas ajenas, el «solis-centrismo», la búsqueda de reconocimiento exterior, llenar vacíos afectivos que no se tuvieron en la familia, motiva muchas veces que nos inclinemos hacia unas metas que al final no son para lo que vinimos a esta vida. O bien, no las alcancemos precisamente por esos condicionamientos, porque no nos centramos en la expresión misma de un arte musical, de nuestro talento, sino de suplir carencias afectivas.
Las consecuencias de no gestionar esa frustración y la no aceptación de esa nueva situación, llevan a tener unas actitudes en el coro que no son nada deseables para la estructura y el funcionamiento del grupo, tales como:
- reivindicación continua de mi voz
- incapacidad de oír otras voces que no sea la mía
- desidentificación con la unidad del grupo
- crítica constante al compañero que no me gusta
- crítica al director musical
- crítica a todo
Esta falta de sentirse uno con el resto, de ser una voz anónima en comunión con otras, es el origen de muchos de los problemas que aparecen en los ensayos y que se repiten una y otra vez, una y otra vez, generando horas y horas de repeticiones de aspectos musicales que no se desean aprender.
Si has leído hasta aquí, te doy las gracias porque eso significa que algo hay en ti que puede cambiar. En tu propio beneficio, en tu propio bienestar y en el del grupo.
El primer paso es aceptar tu situación actual tal y como es. Ser consciente del lugar donde habitas. Ser consciente de tu lugar anónimo en un grupo cuyo valor es mayor que la suma de sus individualidades. Luego, hay que dar más pasos, ser humilde y reconocer aquellas emociones, pensamientos, creencias que nos han estado limitando a lo largo de nuestra vida.
Mi orientación lírica siempre ha estado dirigida al coro profesional. Pero una vez he visto este tipo de problemática, la vida me ha sacado de ahí para ahora poder ayudar a aquellos que se encuentran metidos en un mar de insatisfacciones. Así como poder ayudar aquellos grupos que no saben bien enfrentarlas.
Hay luz al final del túnel y con el trabajo, la honestidad y la buena voluntad se pueden conseguir cosas grandiosas.
Confío en ti, en tu grandeza, en tu don natural que la vida te ha dado y en la reflexión que esta carta te pueda aportar.
Aquí estoy para lo que necesites.
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