A veces se manifiesta de manera natural, pero otras veces debemos permitir que se manifieste. ¿Cómo?

Dejando de seguir hábitos.

Muchas veces hacemos las cosas guiados por una práctica, un hábito consolidado a lo largo del tiempo y del que no nos damos cuenta de que se ha instalado en nuestro subconsciente.

Nuestra creatividad está encerrada con el candado de los hábitos, las técnicas de otros, las maneras de hacer que no son nuestras.

¿Qué tal si dejamos de hacer las cosas de la manera que las hacemos siempre?¿Qué tal si cambiamos ciertas rutinas?

Rutinas tan consolidadas como ir siempre por el mismo camino al trabajo, irse a casa por el mismo medio de transporte, hacer las cosas bajo la premisa de lo considerado «correcto», el «deber de», el «por si acaso», son prácticas que impiden que maneras diferentes de hacer, de vivir y de experimentar se manifiesten.

La vida es pura creatividad. Está creando a cada momento y para permitirle crear a través de nosotros deberemos de estar dispuestos a ello.

Experimentar lo novedoso, lo sorprendente, lo espontáneo, es una maravilla.

Es la maravilla de la vida y ésta nos manifiesta su amor, entre otras cosas, a través de la creatividad.