Ser ingenuo es ser valiente. ¿Por qué? Te lo explico y te añado un bonus 👇

El ingenuo no gusta porque no tiene maldad.

Y se valora más la maldad que la bondad, la lucha al abandono de las armas.

No gusta porque se cree que el ingenuo es vulnerable. Es «engañable».

Ver la ingenuidad en otro es ver tu propia inocencia.

Por eso hay que atacarle. Hay que engañarle para engañar la visión de mí mismo que rechazo, que no quiero mostrar.

Ergo, engañar al ingenuo es mostrar el rechazo que se tiene a uno mismo.

La ingenuidad no tiene que ver con el buenismo. El buenismo es aceptar para ser aceptado.

El ingenuo no piensa, hace.

El ingenuo no elige una decisión, la siente.

Cuando al ingenuo no le gusta algo, lo rechaza, sin preguntarse el porqué. Sin sentimiento de culpa.

Es como el niño. Cuando algo no le gusta te dice que no. Llorará y pataleará para mostrarte su rechazo. Pero no le preguntes el porqué. Simplemente no quiere, no va con su sentir.

Despertar nuestra ingenuidad es despertar al niño interior.

No se trata de luchar en un mundo hostil.

Se trata de vivir tal y como siente el corazón, no la mente.

Encontrar equilibrio entre niñez y madurez.

Aunque vivir sin pasar por filtros de aceptación de los demás ni por listados de actitudes consideradas correctas o incorrectas, no es tarea fácil.

Es tarea de deconstrucción. De destrucción.

Y eso siempre duele.

Ahí radica la valentía, llegar al dolor para trascenderlo, llegar más allá y sanar.

Por eso ser ingenuos…es de ser valientes.

¿Y cuál es el bonus?

Si te fijas bien, ingenuo tiene las mismas letras que genuino.